Introducción al Anarquismo y la Resistencia en Bogotá

El once de marzo de 2007, el centro de Bogotá fue tomado por soldados, francotiradores, policía secreta y antidisturbios con motivo de la visita de George Bush a Colombia. Así y todo, centenares se dieron cita en las barricadas para quemar banderas y expresar su oposición al capitalismo neoliberal. Cuando la policía volvió los cañones de agua, el gas lacrimógeno y las porras contra la muchedumbre, los protestantes arrancaron farolas y bancos de las aceras para defenderse, y destrozaron las ventanas de tiendas y sucursales bancarias.

Gracias a Internet, muchos anarquistas de los Estados Unidos han visto fotos de enfrentamientos como éste, pero pocos comprenden el contexto en el que tienen lugar. Visitamos Bogotá recientemente para obtener más información sobre el clima político y social de allí y el papel de los anarquistas dentro de éste. Con la inestimable guía de nuestros amigos colombianos y la comprensión de que únicamente podemos ofrecer una limitada mirada interior sobre las complejidades de su situación, nos gustaría compartir algo de lo que aprendimos. Colombia está emplazada en la linde de América del Norte con América del Sur, una posición estratégica que ha traído infortunios calamitosos a los colombianos desde las primeras invasiones coloniales. Hace un siglo, EEUU forzó la secesión entre Panamá y Colombia para lograr el control del flujo comercial del Atlántico al Pacífico, y a día de hoy los ricos ecosistemas del sur de Panamá están siendo devastados para abrir paso a una autopista panamericana. A diferencia de prácticamente cualquier otra nación sudamericana importante, Colombia no fue explícitamente gobernada por una dictadura en el tramo final del siglo XX – en vez, una pretendida democracia fue mantenida, con representantes de los partidos Liberal y Conservador turnándose en el poder bajo el Frente Nacional entre 1958 y 1974. Esto significa que hoy, a diferencia de Brasil, Argentina y Chile, Colombia tiene todavía que entrar en la era posdictatorial; es una “democracia”, pero una en la que cualquier candidato serio de la oposición ha sido asesinado o sobornado, y en la que el poder corporativo es a menudo mantenido por la fuerza bruta o por la maquinación policial.

No habiendo entrado en la era posdictatorial, Colombia está todavía desgarrada por el tipo de conflicto armado interno que otros países latinoamericanos sufrieron entre los sesenta y los ochenta. La política en Colombia se encuadra en una guerra civil brutal de cuarenta años, entre el gobierno apoyado por EEUU – y sus defensores parlamentarios, que están ligados al negocio de las drogas, al cual los Estados Unidos dicen oponerse – y los guerrilleros insurgentes, que ahora también se han implicado en el narcotráfico. Las dos facciones guerrilleras preponderantes son las FARC y el ELN, ambas grupos comunistas formados en 1964; las FARC descienden de los grupos guerrilleros comunistas y liberales formados por campesinos a finales de los cuarenta, mientras que el ELN fue organizado por estudiantes a su regreso de la Cuba de Fidel Castro.

Cada año, miles de colombianos mueren violentamente en esta contienda, pero Bogotá es el ojo del huracán: un espacio de calma relativa en el que el conflicto asume formas más sutiles. Latinoamérica tiene megalópolis sin parangón en Norteamérica – Sao Paulo, de Brasil, es dos veces mayor que Nueva York, y Ciudad de México es la más grande del mundo – y Bogotá está tan alborotada y superpoblada como cualquier ciudad estadounidense. El norte es conocido por la bonanza de sus distritos, mientras que en otras áreas algunos vecindarios aún conservan su carácter “popular” - esto es, con conciencia de clase y desafiante – [1]. El Gobierno ha desplazado paramilitares desde territorios rurales a algunos de estos vecindarios en años recientes, en un esfuerzo ostensible por desmovilizarlos pero ciertamente con la intención de desestabilizar centros de resistencia urbana también; los lugareños describen la atmósfera de miedo creada por las bandas de cabezas rapadas beligerantes bebiendo en las calles todo el día. Los paramilitares fueron movilizados de un vecindario después de un bombardeo dirigido contra ellos, mostrando que quizás existen un tiempo y lugar propios para cada táctica.

Al igual que otras metrópolis latinoamericanas, Bogotá supera a todos sus contrincantes norteamericanas en el graffiti. Cualquiera que sea el lugar hacia donde camines –y las gentes andan mucho– puedes ver exhortaciones de varios grupos comunistas y anarquistas pintadas en letras de un metro de altura.


La ciudad sólo limpia las paredes en ocasiones puntuales, y la interferencia de los vigilantes se limita a ocultar el nombre del Presidente Uribe dondequiera que aparezca bajo un cariz negativo; esto parece haber aumentado recientemente, quizás debido a la devolución de los paramilitares a la ciudad. Aparte de esto, la presencia paramilitar en Bogotá es prácticamente invisible en las paredes, tal vez porque la derecha controla los medios oficilaes; en Ecuador, donde el izquierdista Correa acaba de alcanzar el poder, las paredes de Quito lucen más esvásticas que As circuladas.

Paseando por el hermoso distrito centro de Bogotá durante nuestra estancia, pasado el edificio de Justicia, ocupado por las guerrillas urbanas M-19 en 1985, topamos con un concurrido concierto en la plaza principal haciendo un llamamiento al intercambio de guerrilleros presos por soldados retenidos como rehenes en el campo. El gobierno local de Bogotá ha virado no hace mucho hacia la izquierda, puede que siguiendo la tendencia que surca Latinoamérica y de la cual la Venezuela de Chávez desearía tener la autoría [2]. Que los políticos de la ciudad permitan semejante evento es una indubitable pulla al derechista gobierno nacional, que ha hecho voto de no parlamentar bajo ninguna circunstancia con las guerrillas. Esta tensión intragubernamental ha devenido en la investigación pública de algunos políticos involucrados en grupos paramilitares – en el momento de escribir esto, seis congresistas del partido político de Uribe están en la cárcel por sus contactos con paramilitares – pero no parece que esto haya cambiado nada en la vida cotidiana de los colombianos.

Las universidades en Latinoamérica, especialmente las públicas, difieren drásticamente de sus homólogas en los Estados Unidos en el hecho de que se asume que son caldo de cultivo para la disidencia y la lucha social. Los campus de la universidad más grande de Colombia, así como las paredes de todos los vecindarios adyacentes, están adornadas con pintura de spray conminando al pueblo a “¡DEFENDER LA UNIVERSIDAD!” y amenazando “LA UNIVERSIDAD ES PARA LA CALLE Y EN LA CALLE LA DEFENDEREMOS”, una proclama que sería doblemente falsa en cualquier lugar al norte de Méjico. Este hablar de la “defensa” se refiere a los esfuerzos inmediatos del gobierno para privatizar el sistema universitario, pero también se extiende a una noción más general de la universidad como un lugar seguro para la disidencia: parodiando su propio radicalismo vivaz, una cineasta explicó que filmaba las protestas anticapitalistas “¡porque somos estudiantes en una universidad pública!” en el mismo tono en que un anarcopunk de Minneapolis podría bromear “¡porque somos LOS ENEMIGOS DE LA CIVILIZACIÓN!”

De hecho, es ampliamente conocido que la universidad sirve como lugar de reclutamiento de grupos radicales de todo pelaje, tanto públicos como clandestinos. De igual modo que en Chile y Grecia, la policía no puede entrar al campus; en las manifestaciones militantes que brotan una o dos veces por semestre, la policía se congrega tras las vallas, disparando gas lacrimógeno dentro de la universidad mientras los estudiantes responden lanzando papas bombas – proyectiles hechos con pólvora negra y monedas o rocas, que pueden dejar fuera de combate cañones de agua reforzados si son empleadas correctamente [3] – y hacen hogueras para neutralizar los irritantes químicos. Un enorme mural del Che, pareciendo de algún modo más joven de lo habitual, mira la plaza central estudiantil; los responsables de la universidad lo han mandado repintar más de mil veces, pero nunca han tenido éxito en erradicarlo. Atravesando la universidad al atardecer una noche, observamos media docena de figuras enmascaradas yendo de pared a pared con estarcidos y sprays, pasando a otros estudiantes que se tomaban esta práctica, en apariencia frecuente, con total indiferencia.

Tanto las FARC como el ELN mantienen grupos estudiantiles clandestinos en las universidades, de los cuales viene parte de su militancia. Los grupos estudiantiles del ELN parecen estar experimentando con estructuras más horizontales, aunque nuestras fuentes dudan que esto se extienda a sus cuadros rurales. Se rumorea que las dos organizaciones guerrilleras han tenido un choque violento reciente en el campo, aunque los detalles permanecen oscuros; en cualquier caso, este enfrentamiento no ha alcanzado la universidad.

Las guerrillas no tienen mucho poder en Colombia ahora mismo; décadas de conflicto con el gobierno títere de EEUU han pasado factura, y en gran parte de Colombia la sensación parece ser de que las gentes están exhaustas y desilusionadas ante la incesante lucha armada. Su dependencia del secuestro y el narcotráfico como formas de financiación las han puesto en un compromiso ante los ojos de muchas personas, y hay quien dice que han perdido la noción de las necesidades del pueblo llano en el curso de su lucha por recursos y supervivencia. A los ojos del anarquismo norteamericano, éstos son simplemente los resultados inevitables de una estrategia militar predicada sobre la base de la organización jerárquica. A pesar de todo esto, muchos de quienes buscan el cambio social todavía ven las guerrillas como la oposición más “seria” al gobierno, y aquellos que desean ser “serios” ellos mismos a menudo acaban colaborando – o al menos simpatizando – con ellas. Los grupos que se organizan contra el gobierno, las corporaciones y los paramilitares que no trabajan con las guerrillas están aislados de ambas partes. El gobierno aún los considera terroristas, y puede por lo tanto justificar la represión persentándolos como un grupo frentista; las guerrillas todavía los ven como enemigos del Pueblo, al uso de la tendencia tradicional del comunismo. Aldeas del campo como Cacarica se han amurallado y se han declarado autónomas de todo grupo armado, del gobierno y tanto de paramilitares como de las guerrillas, pero este estatus no es fácil de mantener.

Todo esto hace la posición de los anarquistas colombianos muy difícil. Muchos de quienes han sido activos durante algún tiempo tienen amigos asesinados por la policía o forzados al exilio. Al igual que en otras naciones en las Américas, los anarquistas de Colombia son capaces de mantener un puñado de centros sociales, una presencia en el punk rock y otras contraculturas, algunos programas sociales, y erupciones esporádicas de protesta y resistencia; pero todo esto tiene un gran coste, y es difícil mantener la consistencia. Estas actividades pueden resultar nada impresionantes al lado de secuestros y bombardeos coordinados por grupos clandestinos, y una acción directa más confrontacional es extremadamente peligrosa puesto que es interpretada como actividad de guerrilla.

En este contexto, hay quien – incluso algunos anarquistas – observa que lo que describen como anarquista “purista” se aproxima a lo dogmático, aislacionista e insuficientemente eficiente. En EEUU, el encuadre por defecto del pensamiento disidente es el liberalismo de izquierdas, pero en Colombia es el marxismo, y las As circuladas pintadas por Bogotá junto a hoces y martillos son sólo un ejemplo del intento de los anarquistas por introducirse en el paradigma de resistencia dominante. En fuerte contraste con la mayor parte del mundo, en Colombia los anarquistas que se consideran a sí mismos flexibles y deseosos de colaborar con grupos autoritarios son a menudo los más interesados en la confrontación militante, mientras que algunos de los anarquistas con quienes nos encontramos, que se limitan a la actividad estrictamente horizontal y autónoma, creen que las guerrillas han maltrecho cualquier posibilidad de progreso mediante la acción armada. A lo ancho y largo de Colombia, hay gran parte de sociedad civil e indígena que es antiautoritaria de facto, y los anarquistas del tipo segundo ven a estos grupos como sus aliados naturales.

Las relaciones entre anarquistas colombianos y anarquistas de países colindantes son a veces tirantes debido a estas tensiones internas. Por ejemplo, los anarquistas en Venezuela que publican El Libertario se oponen explícitamente a Chávez, el presidente socialista que ha reforzado los programas sociales con fondos de la prospección petrolífera, medioambientalmente destructiva, y sospechan de algunos anarquistas colombianos que apoyan a Chávez. De hecho, hay anarquistas en Colombia que sienten que es mejor organizarse bajo un régimen de izquierdas antes que en uno de derechas, que priorice el trabajo con el pueblo en movimientos populares incluso si son “chavistas” o recibir financiación de Chávez antes que luchar contra su gobierno. También nos sorprendió saber que Chávez y las FARC son vistas como partícipes de posiciones ideológicas próximas; todo esto, por no mencionar las dificultades de un debate político abierto bajo condiciones represivas, hacen muy complicado para los anarquistas del norte de Sudamérica resolver sus diferencias.

Considerando todas las trabas a las que tienen que hacer frente, nos impresionó el amplio abanico de actividades que los anarquistas y otros antiautoritarios han organizado en Colombia. Al principio de nuestra visita, nuestros amigos confeccionaron una lista con todos los grupos que deberíamos visitar durante nuestra estancia en Bogotá; escasamente alcanzamos una cuarta parte de los enumerados, y eso nos mantuvo bastante ocupados durante más de una semana. Aquí hay algunas descripciones breves de lo que llegamos a ver.

Con la inestimable guía de nuestros amigos colombianos y la comprensión de que únicamente podemos ofrecer una limitada mirada interior sobre las complejidades de su situación, nos gustaría compartir algo de lo que aprendimos. Colombia está emplazada en la linde de América del Norte con América del Sur, una posición estratégica que ha traído infortunios calamitosos a los colombianos desde las primeras invasiones coloniales. Hace un siglo, EEUU forzó la secesión entre Panamá y Colombia para lograr el control del flujo comercial del Atlántico al Pacífico, y a día de hoy los ricos ecosistemas del sur de Panamá están siendo devastados para abrir paso a una autopista panamericana. A diferencia de prácticamente cualquier otra nación sudamericana importante, Colombia no fue explícitamente gobernada por una dictadura en el tramo final del siglo XX – en vez, una pretendida democracia fue mantenida, con representantes de los partidos Liberal y Conservador turnándose en el poder bajo el Frente Nacional entre 1958 y 1974. Esto significa que hoy, a diferencia de Brasil, Argentina y Chile, Colombia tiene todavía que entrar en la era posdictatorial; es una “democracia”, pero una en la que cualquier candidato serio de la oposición ha sido asesinado o sobornado, y en la que el poder corporativo es a menudo mantenido por la fuerza bruta o por la maquinación policial.

No habiendo entrado en la era posdictatorial, Colombia está todavía desgarrada por el tipo de conflicto armado interno que otros países latinoamericanos sufrieron entre los sesenta y los ochenta. La política en Colombia se encuadra en una guerra civil brutal de cuarenta años, entre el gobierno apoyado por EEUU – y sus defensores parlamentarios, que están ligados al negocio de las drogas, al cual los Estados Unidos dicen oponerse – y los guerrilleros insurgentes, que ahora también se han implicado en el narcotráfico. Las dos facciones guerrilleras preponderantes son las FARC y el ELN, ambas grupos comunistas formados en 1964; las FARC descienden de los grupos guerrilleros comunistas y liberales formados por campesinos a finales de los cuarenta, mientras que el ELN fue organizado por estudiantes a su regreso de la Cuba de Fidel Castro.

Cada año, miles de colombianos mueren violentamente en esta contienda, pero Bogotá es el ojo del huracán: un espacio de calma relativa en el que el conflicto asume formas más sutiles. Latinoamérica tiene megalópolis sin parangón en Norteamérica – Sao Paulo, de Brasil, es dos veces mayor que Nueva York, y Ciudad de México es la más grande del mundo – y Bogotá está tan alborotada y superpoblada como cualquier ciudad estadounidense. El norte es conocido por la bonanza de sus distritos, mientras que en otras áreas algunos vecindarios aún conservan su carácter “popular” - esto es, con conciencia de clase y desafiante – [1]. El Gobierno ha desplazado paramilitares desde territorios rurales a algunos de estos vecindarios en años recientes, en un esfuerzo ostensible por desmovilizarlos pero ciertamente con la intención de desestabilizar centros de resistencia urbana también; los lugareños describen la atmósfera de miedo creada por las bandas de cabezas rapadas beligerantes bebiendo en las calles todo el día. Los paramilitares fueron movilizados de un vecindario después de un bombardeo dirigido contra ellos, mostrando que quizás existen un tiempo y lugar propios para cada táctica.

Al igual que otras metrópolis latinoamericanas, Bogotá supera a todos sus contrincantes norteamericanas en el graffiti. Cualquiera que sea el lugar hacia donde camines – y las gentes andan mucho – puedes ver exhortaciones de varios grupos comunistas y anarquistas pintadas en letras de un metro [NdT: tres pies en el texto original] de altura.

La ciudad sólo limpia las paredes en ocasiones puntuales, y la interferencia de los vigilantes se limita a ocultar el nombre del Presidente Uribe dondequiera que aparezca bajo un cariz negativo; esto parece haber aumentado recientemente, quizás debido a la devolución de los paramilitares a la ciudad. Aparte de esto, la presencia paramilitar en Bogotá es prácticamente invisible en las paredes, tal vez porque la derecha controla los medios oficilaes; en Ecuador, donde el izquierdista Correa acaba de alcanzar el poder, las paredes de Quito lucen más esvásticas que As circuladas.

Paseando por el hermoso distrito centro de Bogotá durante nuestra estancia, pasado el edificio de Justicia, ocupado por las guerrillas urbanas M-19 en 1985, topamos con un concurrido concierto en la plaza principal haciendo un llamamiento al intercambio de guerrilleros presos por soldados retenidos como rehenes en el campo. El gobierno local de Bogotá ha virado no hace mucho hacia la izquierda, puede que siguiendo la tendencia que surca Latinoamérica y de la cual la Venezuela de Chávez desearía tener la autoría[2]. Que los políticos de la ciudad permitan semejante evento es una indubitable pulla al derechista gobierno nacional, que ha hecho voto de no parlamentar bajo ninguna circunstancia con las guerrillas. Esta tensión intragubernamental ha devenido en la investigación pública de algunos políticos involucrados en grupos paramilitares – en el momento de escribir esto, seis congresistas del partido político de Uribe están en la cárcel por sus contactos con paramilitares – pero no parece que esto haya cambiado nada en la vida cotidiana de los colombianos.

Las universidades en Latinoamérica, especialmente las públicas, difieren drásticamente de sus homólogas en los Estados Unidos en el hecho de que se asume que son caldo de cultivo para la disidencia y la lucha social. Los campus de la universidad más grande de Colombia, así como las paredes de todos los vecindarios adyacentes, están adornadas con pintura de spray conminando al pueblo a “¡DEFENDER LA UNIVERSIDAD!” y amenazando “LA UNIVERSIDAD ES PARA LA CALLE Y EN LA CALLE LA DEFENDEREMOS”, una proclama que sería doblemente falsa en cualquier lugar al norte de Méjico. Este hablar de la “defensa” se refiere a los esfuerzos inmediatos del gobierno para privatizar el sistema universitario, pero también se extiende a una noción más general de la universidad como un lugar seguro para la disidencia: parodiando su propio radicalismo vivaz, una cineasta explicó que filmaba las protestas anticapitalistas “¡porque somos estudiantes en una universidad pública!” en el mismo tono en que un anarcopunk de Minneapolis podría bromear “¡porque somos LOS ENEMIGOS DE LA CIVILIZACIÓN!”

De hecho, es ampliamente conocido que la universidad sirve como lugar de reclutamiento de grupos radicales de todo pelaje, tanto públicos como clandestinos. De igual modo que en Chile y Grecia, la policía no puede entrar al campus; en las manifestaciones militantes que brotan una o dos veces por semestre, la policía se congrega tras las vallas, disparando gas lacrimógeno dentro de la universidad mientras los estudiantes responden lanzando papas bombas – proyectiles hechos con pólvora negra y monedas o rocas, que pueden dejar fuera de combate cañones de agua reforzados si son empleadas correctamente[3] – y hacen hogueras para neutralizar los irritantes químicos. Un enorme mural del Che, pareciendo de algún modo más joven de lo habitual, mira la plaza central estudiantil; los responsables de la universidad lo han mandado repintar más de mil veces, pero nunca han tenido éxito en erradicarlo. Atravesando la universidad al atardecer una noche, observamos media docena de figuras enmascaradas yendo de pared a pared con estarcidos y sprays, pasando a otros estudiantes que se tomaban esta práctica, en apariencia frecuente, con total indiferencia.

Tanto las FARC como el ELN mantienen grupos estudiantiles clandestinos en las universidades, de los cuales viene parte de su militancia. Los grupos estudiantiles del ELN parecen estar experimentando con estructuras más horizontales, aunque nuestras fuentes dudan que esto se extienda a sus cuadros rurales. Se rumorea que las dos organizaciones guerrilleras han tenido un choque violento reciente en el campo, aunque los detalles permanecen oscuros; en cualquier caso, este enfrentamiento no ha alcanzado la universidad.

Las guerrillas no tienen mucho poder en Colombia ahora mismo; décadas de conflicto con el gobierno títere de EEUU han pasado factura, y en gran parte de Colombia la sensación parece ser de que las gentes están exhaustas y desilusionadas ante la incesante lucha armada. Su dependencia del secuestro y el narcotráfico como formas de financiación las han puesto en un compromiso ante los ojos de muchas personas, y hay quien dice que han perdido la noción de las necesidades del pueblo llano en el curso de su lucha por recursos y supervivencia. A los ojos del anarquismo norteamericano, éstos son simplemente los resultados inevitables de una estrategia militar predicada sobre la base de la organización jerárquica. A pesar de todo esto, muchos de quienes buscan el cambio social todavía ven las guerrillas como la oposición más “seria” al gobierno, y aquellos que desean ser “serios” ellos mismos a menudo acaban colaborando – o al menos simpatizando – con ellas. Los grupos que se organizan contra el gobierno, las corporaciones y los paramilitares que no trabajan con las guerrillas están aislados de ambas partes. El gobierno aún los considera terroristas, y puede por lo tanto justificar la represión persentándolos como un grupo frentista; las guerrillas todavía los ven como enemigos del Pueblo, al uso de la tendencia tradicional del comunismo. Aldeas del campo como Cacarica se han amurallado y se han declarado autónomas de todo grupo armado, del gobierno y tanto de paramilitares como de las guerrillas, pero este estatus no es fácil de mantener.

Todo esto hace la posición de los anarquistas colombianos muy difícil. Muchos de quienes han sido activos durante algún tiempo tienen amigos asesinados por la policía o forzados al exilio. Al igual que en otras naciones en las Américas, los anarquistas de Colombia son capaces de mantener un puñado de centros sociales, una presencia en el punk rock y otras contraculturas, algunos programas sociales, y erupciones esporádicas de protesta y resistencia; pero todo esto tiene un gran coste, y es difícil mantener la consistencia. Estas actividades pueden resultar nada impresionantes al lado de secuestros y bombardeos coordinados por grupos clandestinos, y una acción directa más confrontacional es extremadamente peligrosa puesto que es interpretada como actividad de guerrilla.

En este contexto, hay quien – incluso algunos anarquistas – observa que lo que describen como anarquista “purista” se aproxima a lo dogmático, aislacionista e insuficientemente eficiente. En EEUU, el encuadre por defecto del pensamiento disidente es el liberalismo de izquierdas, pero en Colombia es el marxismo, y las As circuladas pintadas por Bogotá junto a hoces y martillos son sólo un ejemplo del intento de los anarquistas por introducirse en el paradigma de resistencia dominante. En fuerte contraste con la mayor parte del mundo, en Colombia los anarquistas que se consideran a sí mismos flexibles y deseosos de colaborar con grupos autoritarios son a menudo los más interesados en la confrontación militante, mientras que algunos de los anarquistas con quienes nos encontramos, que se limitan a la actividad estrictamente horizontal y autónoma, creen que las guerrillas han maltrecho cualquier posibilidad de progreso mediante la acción armada. A lo ancho y largo de Colombia, hay gran parte de sociedad civil e indígena que es antiautoritaria de facto, y los anarquistas del tipo segundo ven a estos grupos como sus aliados naturales.

Las relaciones entre anarquistas colombianos y anarquistas de países colindantes son a veces tirantes debido a estas tensiones internas. Por ejemplo, los anarquistas en Venezuela que publican El Libertario se oponen explícitamente a Chávez, el presidente socialista que ha reforzado los programas sociales con fondos de la prospección petrolífera, medioambientalmente destructiva, y sospechan de algunos anarquistas colombianos que apoyan a Chávez. De hecho, hay anarquistas en Colombia que sienten que es mejor organizarse bajo un régimen de izquierdas antes que en uno de derechas, que priorice el trabajo con el pueblo en movimientos populares incluso si son “chavistas” o recibir financiación de Chávez antes que luchar contra su gobierno. También nos sorprendió saber que Chávez y las FARC son vistas como partícipes de posiciones ideológicas próximas; todo esto, por no mencionar las dificultades de un debate político abierto bajo condiciones represivas, hacen muy complicado para los anarquistas del norte de Sudamérica resolver sus diferencias.

Considerando todas las trabas a las que tienen que hacer frente, nos impresionó el amplio abanico de actividades que los anarquistas y otros antiautoritarios han organizado en Colombia. Al principio de nuestra visita, nuestros amigos confeccionaron una lista con todos los grupos que deberíamos visitar durante nuestra estancia en Bogotá; escasamente alcanzamos una cuarta parte de los enumerados, y eso nos mantuvo bastante ocupados durante más de una semana. Aquí hay algunas descripciones breves de lo que llegamos a ver.

Anarquismo en Colombia:
www.nodo50.org/anarcol


CreAcción Espacios

El mayor centro social que vimos está en un gran edificio a las afueras del centro, en la planta intermedia entre un bar gótico y un espacio contracultural. Aunque no se limita a los anarquistas, CreAcción se organiza por procesos de consenso y explícitamente autónomos y antiautoritarios. Incluye un taller de serigrafía, un centro de información lleno de material anarquista hispanoparlante de todo el mundo, una biblioteca de miles de libros (con especial énfasis en el trotskismo, como consecuencia de las inclinaciones políticas del principal donante), una cocina y un pequeño bar, y varias habitaciones que acogen reuniones de múltiples grupos y organizaciones. En el momento de escribir este reportaje, CreAcción lleva un año de existencia; el alquiler se paga de la venta de comida en el bar y de otros proyectos similares de pequeño beneficio, y también – como la mayoría de proyectos en Colombia – de los bolsillos de los miembros del colectivo.

Por nuestra parte presentamos un total de cuatro talleres en CreAcción en el curso de nuestra visita, cubriendo el movimiento “antiglobalización” en EEUU, el desempleo confrontacional como táctica en el contexto de Norteamérica, la autonomía, y la salud sexual y reproductiva de las mujeres. La afluencia osciló entre una docena de personas y casi cincuenta, y todo el mundo fue muy paciente con las inconveniencias de la traducción.

Casi en todas las ocasiones en que fuimos a CreAcción vimos a Yuri, el padre de Nicolás, el anarquista de quince años que fue apaleado hasta la muerte por los antidisturbios en la manifestación del Primero de Mayo de 2005. Yuri contribuye a organizar un grupo de supervivientes cuyos seres queridos han sido asesinados por la violencia policial; se reúnen periódicamente en este espacio. Desde la muerte de su hijo, Yuri ha invertido un montón de energía en el activismo social, y es muy querido y admirado por otros que frecuentan CreAcción.
creaccion.espacios@gmail.com


Mujeres Libres y Mujeres por la Resistencia

Estos dos colectivos se desarrollaron hace varios años en torno a la autonomía y la cultura de resistencia de la mujer – centrándose en el acceso al cuidado reproductivo, la salud, el género y la sexualidad. La campaña por el derecho al aborto ha jugado un importante papel en Colombia, logrando la unión de mujeres con múltiples trasfondos. Al comienzo, las mujeres de estos colectivos estaban subsumidas a la principal campaña por el derecho al aborto; después rompieron con la gran campaña, y ahora se han ganado respeto y un espacio propio dentro de dicha campaña para la organización autónoma y horizontal. Mujeres Libres está extinta a día de hoy, mientras que Mujeres por la Resistencia todavía se reúne, creando un lugar para las mujeres en el punk. Las mujeres de estos colectivos también están trabajando juntas en una campaña por el control de la natalidad, y en organizar una programación radicalmente feminista en CreAcción Espacios.
polaviciosa@gmail.com

Centro de la Cultura Libertaria

Nosotros presentamos un taller sobre acción directa en el CCL, otro centro social un poco más al norte. El CCL es más pequeño y su ambiente está mas orientado hacia el punk. También incluye un taller de serigrafía, un centro de información, y una biblioteca, la cual está mucho mejor provista de materiales anarquistas que la de CreAcción; hay también discos en venta y un lugar para que las bandas ensayen. En apariencia, es frecuentado por un público más joven y vivaz.
celibres@gmail.com

Kino Pravda

Kino Pravda – nombrado así en honor de una temprana escuela de cine soviética, y que significa literalmente “cine verdad” - es un colectivo radical de archivación documental que surgió en la universidad hace ocho años y que ha logrado mantener a los mismos ocho miembros o así desde entonces. Vimos algo de su trabajo al comienzo de la década, una mezcla de metraje callejero y videocollage que hacía un seguimiento y una explicación del movimiento antiglobalización en Colombia. Sus proyectos más recientes incluyen un documental sobre la participación de un grupo juvenil de payasos y titiriteros en el desfile oficial de Carnaval del año pasado y una mirada dentro de los campos de entrenamiento secretos del ELN que brotan en el campo. El cineasta responsable de este último describió el desgarrador proceso de colarse en una región campestre casi completamente rodeada por soldados y paramilitares para rodar el documental; más tarde, cuando estaba sacando clandestinamente lo que había grabado, el autobús en el que iba fue detenido por hombres vestidos de uniforme y tuvo que urdir una elaborada historia sobre su trabajo como estudiante de geología. Aparentemente, persuadir a las guerrillas de que le dejasen filmarles fue la parte menos difícil del proyecto. La variedad temática de los tres tópicos descritos – protesta anticapitalista, arte popular y actividad guerrillera – indica la amplitud con la que el grupo enfoca el trabajo documental radical. Al igual que otros en Colombia, los miembros de Kino Pravda hablaron de las dificultades para mantener la autonomía en un contexto en el que cada facción quiere o bien absorberte o de lo contrario arrojarte a la oposición.
kino_pravda@yahoo.com
kino_pravda@hotmail.com

Colectivo Mefistófeles

Antes de saber qué significaba, vimos impresionantes graffities firmados “Mefisto” en las calles del centro, dentro de la universidad, y en las paredes de CreAcción. Más tarde, conocimos a miembros del colectivo responsable de parte del arte callejero más impresionante de la Bogotá metropolitana. Proveen al público de arte ilegal, y simultáneamente publican una revista promoviéndolo, una combinación arriesgada que hasta la fecha no ha provocado complicaciones serias. Ellos piensan que las contraculturas juveniles están creciendo en Bogotá, y están plenamente dedicados a compartir nuevas técnicas y tecnologías a la par que animan contenidos políticos radicales en los graffities. Compartieron con nosotros una historia sobre la reclamación de un espacio público en el centro de Bogotá. Obtuvieron permiso de la ciudad para pintar una pared de un bloque de pisos de una calle que había por allí durante una semana; ahora las paredes de ambos lados de la calle son constantemente pintados y repintados, y la policía no molesta a nadie porque el pintado comenzó en un espacio legal.
http://www.revistamefisto.tk; un repaso de su zine aparece abajo.

Sinaltrainal

Sinaltrainal es el sindicato nacional en Colombia que centra su implantación en las corporaciones multinacionales, específicamente en Coca-Cola y Nestlé. ¿Has oído hablar por algún casual de los sindicalistas asesinados en Colombia por intentar organizar a los empleados de Coca-Cola? Eran de Sinaltrainal. En las últimas décadas de su existencia hasta la fecha, dos docenas de personas han sido asesinadas, miles de trabajadores han perdido sus empleos, y los obreros y los organizadores han tenido que soportar amenazas de muerte constantes. Ahora, Coca-Cola está pasando de los contratos fijos al trabajo precario (esto es, temporal) como medida para restar poder al sindicato. En nuestra conversación, su portavoz minimizó la importancia de organizarse en el trabajo, tal vez porque es inevitable que antes o después acaben fuera de la empresa debido a este cambio. El estatus de sindicato oficial les concede cierta legitimidad ante el público, y un mínimo de protección legal, pero nuestra impresión fue que parecen estar apostando por las campañas de solidaridad anticapitalista internacional como su mayor esperanza de convertirse en una fuerza contra las corporaciones; a tal efecto, están organizando una serie de “tribunales” populares alrededor de todo el mundo, en los cuales los obreros sacan a la luz las fechorías de dichas corporaciones. Si nuestra primera impresión fue correcta, los activistas de EEUU centrados en el mundo laboral que verdaderamente quieran ser obreristas harían bien en no dejar de lado a nuestros compañeros en Latinoamérica ocupándose únicamente en organizarse en el trabajo, cuando nos necesitan para plantear una resistencia anticapitalista seria fuera del lugar de trabajo también.
http://www.sinaltrainal.org


Comité en Solidaridad con los Presos Políticos

Fuimos a visitar a un grupo que hace una labor de apoyo legal a presos políticos colombianos; están situados en lo alto de un edificio de oficinas, en un ambiente marcadamente diferenciado del de la mayoría de las personas con las que hablamos. No obstante, su portavoz nos impresionó por su espíritu, declarando desde el inicio que bajo el influjo del gobierno colombiano todo el mundo es objetivo potencial de la represión gubernativa y expresando su aprobación cuando nos identificamos ante ella como anarquistas.

Hay más de 5000 presos políticos en Colombia. Los arrestados pueden ser retenidos hasta tres años sin juicio. El sistema penitenciario es gestionado por los militares, y dinero procedente de los Estados Unidos ha pagado tanto la construcción de seis prisiones de alta seguridad como el entrenamiento de los soldados que las guardan – además de esto, la US DEA* envía agentes a las prisiones colombianas para interrogar a los internos. Es algo rutinario para dichos agentes amenazar a los presos con asesinar a sus familias si no cooperan con las investigaciones de EEUU dentro de Colombia. Gracias a largas luchas, los presos políticos de muchas cárceles colombianas han conquistado el derecho a que los mantengan juntos y en una sección específica de la prisión. En otras cárceles, donde paramilitares y presos políticos están mezclados, las vidas de estos últimos están en peligro constante.

También existe un grupo de la Cruz Negra Anarquista colombiana en los círculos próximos al CCL; cada sábado visitan a los presos políticos, proporcionándoles apoyo sin importar su filiación.
fcspp@etb.net.co 
Cruz Negra Anarquista: cruznegrabogota@hotmail.com

Colectivo por la Objeción de Conciencia

El servicio militar es obligatorio en Colombia, aunque como es habitual los adinerados son capaces de encontrar formas de excusarse. A cada hombre se le exige un año de servicio a no ser que pueda pagar lo suficiente, obtener una exención médica, o evitar que lo cojan. Hay quince grupos en diez regiones de Colombia que se oponen a la conscripción, y pudimos hablar con una voluntaria involucrada en uno de estos grupos. Nos dijo que son pocas las personas que están actualmente encarceladas por insumisión; la presión que estos grupos ejercen sobre el gobierno cuando un insumiso es arrestado generalmente hace para el gobierno más sencillo soltar al detenido quedamente antes que mantenerlo en prisión. Además de apoyar a personas que se hallan en esta situación, este grupo anticonscripción trabaja con especial énfasis en señalar los fundamentos económicos y corporativos del militarismo y en indicar formas alternativas para los jóvenes de ganarse un sustento al margen de la carrera militar. Con este objetivo, ella también estaba involucrada en el Mercado Orgánico que visitamos.
colectivo@neutel.net.co

Mercado Orgánico

Nuestros amigos de CreAcción nos llevaron a un mercado orgánico organizado colectivamente, compuesto por cuatro importantes granjas de frutas y vegetales y un gran número de productores de menor envergadura. El mercado se coordina horizontalmente entre sus participantes, y enfatiza la importancia de la comida sana y natural; los voluntarios ofrecen entrenamiento a los granjeros que deseen aprender más sobre la horticultura estrictamente orgánica. A cuenta de esta visita, el mercado ha entablado relaciones con CreAcción y otros grupos similares; por añadidura, cuando una familia abandonó su granja, otros miembros del colectivo la asumieron.

Preguntamos por los jardines colectivos de Bogotá, y se nos dijo que hay más de mil; muchos de éstos son iniciados por campesinos que llegan como refugiados de las áreas rurales de Colombia.
mercadorganicosolidario@yahoo.es


Colectivo Contracultura

Contracultura es un colectivo anarquista que nace de las comunidades punk y hardcore de Bogotá; publican textos sobre teoría y estrategia radical y organizan actividades contraculturales como espectáculos, presentaciones y pases de video. Su publicación más reciente, la séptima de una serie de panfletos que han incluído un texto del grupo argentino Colectivo Situaciones y un comunicado del EZLN, es una traducción del texto de CrimethInc. “Déclassé War”. Otros textos de CrimethInc. han sido publicados en Colombia anteriormente en el periódico Heraldo, que publicaba Crimental, un nodo de la flojamente organizada red hispanoparlante de CrimethInc.; en cualquier otro lugar, por razones obvias, el grupo colombiano optaba por un nombre diferente.

Uno de los participantes de Contracultura tiene una distribuidora de libros llamada Distribuidora Afinitat, que básicamente consiste en libros del Colectivo Situaciones; éstos no son libros estrictamente anarquistas, sino que cubren movimientos horizontales y autónomos de toda Latinoamérica.
http://www.contracultura.cjb.net
kontrakulturahcp@yahoo.com
http://www.afinitat.8m.com
afinitat@yahoo.com

Piromanía

Una de las personas involucradas en el CCL y la Cruz Negra Anarquista de Bogotá también tiene una imprenta, desde la que ha publicado zines sobre la oposición anarquista armada a la dictadura argentina y el famoso criminal anarquista Alexandre Marius Jacob. También tiene una amplia colección de textos anarquistas.
atarka@nodo50.org

Punk y Hardcore en Bogotá

Antes de ir a Colombia, ya estábamos familiarizados con Res Gestae y Reaccion Propria, dos bandas de hardcore de primer nivel que han publicado CDs de larga duración. Durante nuestra visita, los Reaccion Propria estaban trabajando en un nuevo material más que en tocar, pero pudimos ver a los Res Gestae interpretar un puñado de soberbias canciones en un espectáculo punk vespertino en un vecindario periférico. Otros aspectos destacados del espectáculo incluyeron a la banda de grindcore Xtermino y a una banda de street punk con cuyo nombre no conseguí quedarme pero cuya última canción permanece grabada en mi cabeza todavía a fecha de hoy - imagínese un centenar de punks colombianos de varios géneros en una hondonada circular, todos bramando “ANTI, ANTIMILITAR” al unísono. Desgraciadamente, el hardcore macho de una sola nota se ha abierto camino en Colombia, junto con la moda que lleva asociada y los “bailes” violentos. Un puñado de esas bandas tocaron también en el espectáculo, y no nos hizo falta hablar español para saber cómo iban a sonar tan pronto como los cantantes cogiesen el micrófono.

La mejor introducción al punk y al hardcore colombiano probablemente sea “Sonidos para Activar la Revolución”, CD recopilatorio que salió en 2004. Además de diez bandas colombianas, incluye grupos legendarios como Abuso Sonoro, No Violence, Dir Yassin, y Los Crudos, por no mencionar un libreto completo con las letras y comunicados políticos de todas las bandas. También nos dieron un excelente CD de Resplandor, una banda de hardcore frenético y metálico que combina la conciencia Krishna con la retórica de la liberación anticapitalista.
http://www.myspace.com/filibusterosdistro
http://www.direccionpositiva.tk
http://www.myspace.com/xresgestaex
http://www.persistencia.8m.com 
xresplandorx@hotmail.com

Para más Contactos, Fuentes y Lecturas

Taller de Estudios Anarquistas (TEA): tallerdeestudiosanarquistas@yahoo.es
Estas personas están trabajando en actividades de agricultura urbana en un vecindario popular. Publican un fanzine titulado ¡A Rocheliar! y organizan proyectos culturales y políticos.

El Piojo Editorial: edipiojo@gmail.com
Éste es un colectivo de Bucaramanga. Tienen un centro social anarquista y una editorial DIY.

Resistencia Natural: resistencia_natural@yahoo.com
Los derechos de los animales no es un tema común en Colombia; a excepción de algunas bandas de hardcore, éste es el único grupo que encontramos orientado hacia el vegetarianismo y la liberación animal. También vimos graffities y pegatinas oponiéndose a las corridas de toros, similares a las que pueden encontrarse en España.

Hace algunos años el Beehive Collective [Colectivo Colmena], con base en EEUU, produjo un poster impresionante y rebosante de matices sobre el Plan Colombia, la estrategia del gobierno de EEUU en Colombia. Tanto el arte como las explicaciones en varias lenguas pueden encontrarse en la red; también aparecieron en el primer número de Rolling Thunder. Cuandoquiera que nuestros amigos de Bogotá hablaban del Beehive Collective, nos sonaba como si estuviesen hablando del “Behave Collective” [Ndt: Colectivo Compórtate], un malentendido que al comienzo provocó confusión y después mucha risa.
http://www.rebelion.org (sección de Colombia)
http://www.lahaine.org (sección de Colombia)
http://www.prensarural.org
www.colombia.indymedia.org

Arturo Alape Las Vidas de Pedro Antonio Marín, Manuel Marulanda Vélez, Tirofijo (Las Vidas de Pedro Antonio Marín, Manuel Marulanda Vélez, Tirofijo) Alfredo Molano Trochas y Fusiles. Estos libros dan cuenta del trasfondo de la historia de las guerrillas en Colombia. También hay que señalar que muchos colombianos interpretan las obras de Gabriel García Márquez como alegorías de la historia colombiana.

Algunos Zines y Periódicos de Colombia, Ecuador y Venezuela

La Conspiración de la Sospecha
Éste es un zine contracultural escrito desde la comunidad hardcore/punk, pero no exclusiva para ella. Con un diseño muy bello en papel de color café, “La conspiración de la sospecha” es una combinación cohesiva de entrevistas y reseñas de bandas y películas, con escritos sobre la política de nuestra vida diaria y con un arte increíble. ¡Muy poética! En conclusión, este zine existe como una estimulación visual que pregunta cuestiones relacionadas con lo político y lo personal.
Contacto: conspiracioninternacional@yahoo.es

El Libertario: Mayo-Junio 2006
Éste es el principal periódico anarquista de Venezuela, realizado por la Comisión de Relaciones Anarquistas (CRA). Con una muy buena diagramación, este periódico presenta secciones sobre la historia libertaria, noticias, contactos para otros grupos radicales y una crítica constante y muy oportuna del gobierno de Chávez desde una perspectiva anarquista. En el caso específico de las políticas chavistas que son perjudiciales para los indígenas y la tierra, el Libertario presenta el poder del Estado como un problema y no como una solución.
Contacto: ellibertario@hotmail.com

La Pepa No.4
Esta gruesa revista de Quito, Ecuador, es una mezcla de arte increíble y artículos sobre la guerra y el imperio, luchas antimilitaristas, feministas e indígenas. Tiene como tema recurrente la exploración del concepto de “democracia” en todos sus aspectos positivos y negativos. El arte posee la calidad del arte callejero, sin dejar de ser auténtico en el formato de la revista. Un artículo en particular sobre los últimos veinte años del contexto político de Ecuador sirve bastante para los extranjeros que tienen interés en el futuro de las luchas protagonizadas en dicho país.
Contacto: escribe@lapepa.org

¡A Rocheliar! (Rochela era una comunidad de gentes revoltosas en el siglo XVIII, en tiempos de la resistencia contra la Corona Española)
Como un “cuadernillo” irregular de antimilitarismo, ¡A Rocheliar! reúne muchas voces contra el militarismo y paramilitarismo de las políticas de derecha e izquierda en Colombia. No tiene la diagramación bella de los otros zines reseñados aquí, pero en este cuadernillo hay más de 40 páginas de teoría, análisis e historia del militarismo en Colombia; todo desde una perspectiva anarquista, anticapitalista y autonomista. Aunque hay partes que no son muy legibles, el zine presenta una voz muy oportuna contra la violencia presente en el contexto político colombiano.
Contacto: tallerdeestudiosanarquistas@yahoo.es

Revista Mefistófeles: jóvenes, comunicación, y contracultura.
Esta revista de Bogotá, Colombia, por y para los jóvenes, tiene poco contenido textual, pero, en su lugar, mucho arte. Hay artículos cortos, entre ellos una crítica del “graffiti como moda” y un intento por repensar la alineación del sistema de escuelas. Los artículos, que están insertados entre varias explosiones de arte, pueden ser leídos en una hora o menos, pero las perspectivas y el arte en su conjunto son inteligentes y bien pensados. Además, “Mefistófeles” no contiene el dogmatismo de algunas revistas más políticas y formales. No lo he oído, ¡pero hay un CD-ROM multimedia junto con unos afiches!
Contacto: http://www.revistamefisto.tk

Sitiadas: Un Trabajo de Mujeres Hartas de su Situación. 
Esta larga revista es realizada por “mujeres de frente, externas e internas en la cárcel de mujeres de Quito, Ecuador,” con la asistencia del mismo colectivo feminista que realiza La Pepa. Incluye un panfleto pequeño acerca de la salud de la mujer, un disco multimedia, entrevistas, un artículo escrito por el colectivo anarko-feminista “Mujeres Creando” (de Bolivia), y mucha escritura por mujeres encarceladas en Quito. Sitiadas pone un énfasis especial en lo personal junto con el tema central de las experiencias directas de mujeres de razas diferentes en la cárcel de Quito. Los artículos incluyen los problemas de ser una madre dentro y fuera de la cárcel y la lucha contra el silencio frente el abuso, el poder y la opresión. Hay muchas fotos bellas que también enfatizan este tema. En esta mezcla increíble de lo político y lo personal, mi frase favorita es, “¿por qué callar si nací gritando?”
Contacto: mujeressitiadas@yahoo.es


Notas:

[1] La expresión “Barrios Populares” también se emplea para referirse a los barrios periféricos de la ciudad; es una alternativa a los “Barrios de Invasión”, la calumniante calificación burguesa para esas mismas áreas. En Latinoamérica, los “suburbios” no son el enclave de los ricos, sino los vecindarios más pobres construídos por refugiados expulsados de las tierras rurales de las que proceden.

[2] A decir de nuestros amigos colombianos, las estructuras horizontales estaban en voga en todo el continente al despertar la crisis argentina de 2001-2002, mientras que ahora que los candidatos de izquierdas han alcanzado el poder en varias naciones la política electoral vuelve a estar de moda. Para los anarquistas, esta cronología sugiere el familiar ciclo de cooptación: las gentes construyen poder popular hasta que los dirigentes son forzados a conceder parte de sus exigencias y ofrecerles una versión institucionalizada de su movimiento; consecuentemente, las personas invierten energía en participar en el sistema antes que en profundizar en la organización de base, perdiendo así su herramienta.

[3] Las papas bombas pueden ser muy peligrosas; nos contaron que una mujer murió transportándolas, y que otra persona perdió una mano en un conflicto más reciente fuera de la universidad.

* Nota del Traductor: US DEA: United States Drug Enforcement Agency, algo así como una agencia oficial perteneciente al Departamento de Justicia de los Estados Unidos dedicada al seguimiento y persecución del crimen relacionado con las drogas.

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